domingo, 21 de mayo de 2017

POR QUÉ DIOS NO CONTESTA?

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Una persona me escribe:  no es cierto que Jesús hará lo que pidamos en su nombre porque no ha sucedido así conmigo ¿Cómo puedo confiar en él si sus promesas no se cumplen. Todo es una mentira”

Aquí vemos a un creyente desilusionado, vemos a un creyente que ha perdido la fe en el Hijo y en Padre porque su oración no fue contestada. Por lo que escribe, entiendo que esta persona se está refiriendo a Juan 14:14, donde Jesús dice que si algo pedimos en su nombre él lo hará.
La culpa de que sucedan estas cosas la tienen los nuevos maestros de la fe, como Kenneth Coopeland, que mal enseñan que Dios está obligado a conceder lo que le pidamos.
Eso no es cierto, Dios no está obligado a contestar nuestras peticiones, él contestará únicamente las que vayan de acuerdo a su propósito. La oración no es un instrumento para nuestro beneficio, la oración es un instrumento para servirle al Señor.

Juan 14:13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14:14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

El versículo 14  de Juan 14 es el versículo de la discordia, pero no podemos leer el verso 14 sin leer primero el verso 13. Si hacemos eso, no entenderemos lo que Jesús está diciendo.
En el verso 13 Jesús promete que todo lo que pidamos al Padre, y él lo hará con el propósito de que el Padre sea glorificado.  El verso 14 lo que hace es confirmar la promesa del verso 13.
El contexto lo deja claro, si queremos saber si Jesús hará lo que le pidamos al Padre en su nombre, entonces debemos preguntarnos primero ¿Será glorificado el Padre con nuestra petición? Veamos otro pasaje:

Romanos 11:36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

Este pasaje dice que de él, por él y para él son todas las cosas porque de él es la gloria por los siglos, y eso incluye la oración. Como ya lo dije, la oración es un instrumento para glorificar y servir al Señor, no es un instrumento para  nuestro propio beneficio, como enseñan Coopeland y otros  falsos maestros de la Biblia.
La manifestación de la gloria de Dios es el propósito final y superior en todo lo que Dios hace. Por eso Juan 14:13 nos hace ver que “el Padre sea glorificado en el Hijo” es el propósito por el cual podemos pedir con la seguridad de que lo que pidamos será hecho.
Si no  hay ninguna gloria para el Padre en nuestra petición, está no será concedida, porque el requisito para concederla es que haya gloria para el Padre.

Juan 11:1 Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. 11:2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.) 11:3 Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. 11:4 Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

Jesús nos dio un ejemplo muy claro del tipo de peticiones que están motivadas por un deseo de la gloria de Dios cuando explicó el propósito de la muerte de Lázaro.
Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Entonces Jesús oró para que Lázaro resucitara y Dios contestó:

 Juan 11:39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 11:40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 11:41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 11:42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 11:43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 11:44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

En el verso 41 Jesús dice Padre gracias por haberme oído”, lo que nos deja claro que antes de resucitar a Lázaro, Jesús primero le oró al Padre para conocer su voluntad.
¿Por qué oramos y no recibimos respuesta? ¿Qué es lo que hacemos mal? ¿Será que Dios no nos escucha? Muchas personas se hacen a diario estas preguntas.  No es que Dios no nos escucha. Él siempre escucha, pero, no siempre actúa.
La oración de los creyentes es más o menos así: “Padre, bendice a mi familia, ayúdame a conseguir aquel trabajo, sana a mi perrito, ilumíname en el examen de matemáticas…
Es la oración del “yo”; es una oración centrada en nosotros, es decir, oramos para que Dios haga nuestra voluntad y cumpla nuestros propósitos.
Estamos confundiendo las cosas, estamos creyendo que Dios es el siervo y nosotros los señores. Ese es el evangelio que nos están vendiendo, ese es el evangelio de la prosperidad, pero ese no es el verdadero evangelio.
Para entender lo que es la oración, debemos entender primero, lo que no es la oración. La oración no es una varita mágica, que Dios nos ha dado, para conseguir cosas de él. ¿Entonces qué es? Es el método que Dios usa, para llevar a cabo su voluntad y no la nuestra. ¿Cómo es eso? Cuando le preguntaron a Jesús ¿Cómo orar? El dijo:

Mateo 6:9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 6:10 Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

Esta enseñanza de Jesús  deja al descubierto el pensamiento divino. Ella nos muestras los tres aspectos más importantes por los que debemos orar:
 En primer lugar, la oración debe ser para alabar y santificar a Dios. Debemos orar alabando a Dios, dándole gracias por todo lo no ha dado,  en especial por la salvación. Ese es el primer aspecto, que en muchas ocasiones pasamos por alto o lo dejamos de último. Estamos más preocupados por nuestras necesidades que olvidamos todas las bendiciones que hemos recibido, en especial las espirituales como la salvación.
En segundo lugar, debemos orar, para que el Reino de Dios venga a la tierra. Esa es la voluntad máxima de Dios, luego de la adoración.
En tercer lugar, debemos orar para que se cumpla la voluntad de Dios en la tierra. Él  quiere hacer su voluntad, pero no la hace, si no oramos.
Las oraciones de los creyentes, hacen que la voluntad de Dios se cumpla. La oración, es el acto mediante el cual, el hombre trabaja con Dios, para que se haga su voluntad, no es otra cosa.
La oración es la unión del pensamiento del creyente, con el pensamiento divino. La oración que un creyente dice en la tierra, debe ser la proclamación de la voluntad de Dios en el cielo.
La oración, no es forzar a Dios a cambiar su voluntad, porque Dios nunca va a cambiar su voluntad, más bien, la oración es pedir a Dios que haga su voluntad.
La oración no cambia nada, solamente logra lo que Dios ha determinado hacer de antemano. Por ejemplo: hay una persona con cáncer. Dios quiere sanarla, pero no la sana sino lo pedimos. Es su voluntad sanarla, pero la sanará únicamente si se lo pedimos.
Veamos otro ejemplo: Dios quiere que todos los hombres sean salvos llegando al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:3-4). Dios quiere que tu esposo, que tus hermanos, que tus  padres sean salvos,  pero él no hará nada al respecto, si tú no oras. Esto nos revela,  que la falta de oración, sí evita que la voluntad de Dios se cumpla.

Mateo 18:18 De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 18:19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 18:20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Estas palabras de Jesús, debemos entenderlas correctamente porque han sido mal interpretadas. No es que  Dios va a atar o desatar lo que le pidamos aunque sea en contra de su voluntad, simplemente porque dos o más se lo piden.
Dios atará o desatará en el cielo, lo que la iglesia ate o desate en la tierra, siempre que la  voluntad de la iglesia sea su voluntad.
Muchas cosas hay por atar o desatar pero Dios no lo hará sólo, él quiere que la iglesia ate o desate primero. Y hablamos de “iglesia”, porque ninguna persona, de manera individual, puede atar o desatar. La palabra de Dios indica, que cuando por lo menos dos se ponen de acuerdo, es que Dios ata.  Tenemos que ir al principio de la creación, para entender el comportamiento divino:

Génesis 1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Dios creó al hombre, para que señoreara sobre la tierra, la cuidara, y controlará todo lo creado, en especial sobre el animal que se arrastra sobre la tierra, esto es la serpiente antigua que se llama diablo y Satanás (Apocalipsis 12:9).
El hombre debía impedir, que Satanás actuara sobre la tierra. Dios quería, que el hombre se uniera a él, para impedirle a Satanás llevar a cabo sus malas obras. 
Eso sucede exactamente hoy, pero, Dios nos dio libre albedrío y no nos va a obligar, a que trabajemos con él. Dios espera que el hombre voluntariamente se le una, para combatir al diablo, ese es el propósito de la creación, de la redención y también de la oración.
Aunque Dios es todopoderoso, él se recrea en tener su omnipotencia limitada por sus hijos.  Por más que Dios quiera destruir la obra de Satanás, no lo hará, si el hombre no muestra interés en ello.
Debido a que los creyentes, se ocupan demasiado de sus propios asuntos, fallan en trabajar unidos con Dios. Muchos crímenes continúan efectuándose y millones de personas van al infierno diariamente, por nuestra falta de oración. Esto implica además, una falta de sensibilidad y amor hacia los demás y hacia Dios mismo.
¿Cómo sabemos cuál es la voluntad de Dios? Mucha de su voluntad, la conocemos a través de la Palabra escrita. En muchos casos  particulares, Dios nos habla a nuestra mente, pone un sentir en nuestro corazón, utiliza las circunstancias o se rebela a través de los miembros de la congregación. Pero, generalmente lo hace a través de la misma oración.
Debemos pedir a Dios que nos revele su voluntad en algo específico. Cuando Jesús resucitó a Lázaro, ya había sido revelado que la muerte de Lázaro era con el propósito de que fuera resucitado para la gloria del Padre.
La oración no es solamente hablar y que Dios escuche, es un acto  recíproco. Debe haber un momento en la oración en que callemos, para que Dios hable. Una vez que lo escuchemos y conocemos su voluntad, entonces podemos orar por esa voluntad.
Debemos aprender a negarnos a nosotros mismos. Debemos saber que nuestro deber es servir a Dios y no servirnos de Dios.  Debemos vivir enteramente para él y no buscar nada para nosotros mismos.  

Mateo 26:39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

En el Huerto de Getsemaní vemos a Jesús orando al Padre y esa oración es una consulta de sí debía o no ir a la cruz. Jesús no quería ir a la cruz. Él oró: “Padre mío, si es posible, pase de mi esta copa”.  En otras palabras: “Padre mío, si existe alguna posibilidad, de que  yo no vaya a la cruz, dímelo, pero que sea tu voluntad no la mía”.
Jesús oró tres veces por lo mismo. Quizás por su misma angustia, en su mente se mezclaba su voluntad y la voluntad de Dios, estaba la carne de por medio. Esa fue la razón por la cual oró tres veces, para que no le quedara duda alguna de cuál era la voz que debía escuchar. Una vez que tuvo claro cuál era la voluntad del Padre, entonces se negó a sí mismo y tomó la cruz.
En otra ocasión Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). En otras palabras: “si alguno quiere venir en pos de mí, deje de hacer su voluntad, haga la voluntad del Padre y sígame”.
No se trata de repetir las mismas frases o las mismas oraciones. Se trata de tener muy en claro cuál es la voluntad de Dios a la hora de orar.
Si no lo tenemos claro, porque la carne se entromete, debemos orar una y otra vez hasta que haya claridad en nosotros, no porque Dios no nos escucha, no confundamos las cosas.

Mateo 6:7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 6:8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos;  porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.

Jesús dijo que no hiciéramos vanas repeticiones. El Padre conoce nuestras necesidades, no tenemos que estarle repitiendo las cosas. Somos nosotros, los que no conocemos las necesidades, ni la voluntad del Padre. Somos nosotros, los que no escuchamos a Dios, y por eso insistimos en lo mismo.
Jesús dijo además  que nuestras oraciones no deben ser egoístas, pues Dios conoce nuestras necesidades. Debemos pedir por lo que el  Padre quiere que pidamos, no por lo que nosotros queremos pedir. Sabemos por ejemplo, que siempre podemos orar por la salvación de otras personas, porque es la voluntad del Padre, que todos sean salvos.
Los falsos maestros de la prosperidad enseñan que “somos hijos de un rey”, y que no tenemos por qué pedirle a Dios que nos de un carrito cualquiera, sino que debemos indicarle a Dios el modelo del carro y hasta el color del mismo. Ese no es el evangelio, esas son doctrinas de demonios. Las oraciones de este tipo molestan a Dios, y nunca las va a contestar.

Mateo 6:11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

Jesús no dijo que pidiéramos por “un diario”, para todo el mes, el dijo que pidiéramos por la comida de cada día. Durante el éxodo, Dios alimentó a los judíos con maná que enviaba del cielo. Pero ellos debían recoger maná para un día solamente.

Éxodo 16:19 Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. 16:20 Mas ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés. 16:21 Y lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se derretía.

Dios estaba enseñándoles a ellos y también a nosotros, que él quiere que vivamos por fe, día con día.  Los judíos debían recoger maná para un día, pero algunos recogieron para dos días y el maná crió gusanos y hedió. El pasado ya pasó y el futuro no ha llegado, vivamos el presente, y vivámoslo por fe.
Muchos ven la oración, como una oportunidad, para que Dios supla necesidades o deseos. Ese es un pensamiento carnal y equivocado, Dios no va a permitir, que los creyentes hagan su voluntad, Dios va a permitir que se haga su voluntad.  La oración es el medio, para que Dios logre sus fines, no para que el hombre logre los suyos.
Siempre que un creyente tiene un deseo, debe orar a Dios, para saber si ese deseo, es de acuerdo a su voluntad.  Una vez que esté seguro que esa es la voluntad de Dios, entonces puede pedir por ello, no antes. Debemos buscar que la voluntad de Dios se haga en nuestro asunto personal y no que nuestra propia necesidad se supla.

Mateo 6:31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. 6:34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

En el cielo y en la tierra, sólo hay una oración legítima y aceptable a Dios, la de pedir que se cumpla su voluntad. Nuestras voluntades deben desaparecer en las oraciones.
Pedirle a Dios que supla nuestras necesidades, no se puede considerar una oración del más alto nivel. Dios sabe de qué tenemos necesidad. La oración por las necesidades personales, debe ser indirecta. Si oramos porque se cumpla la voluntad de Dios, en cosas ajenas a nosotros, Dios suplirá lo que necesitamos. 
Ese es el secreto de la oración, esa es la llave de la victoria y eso es lo que significa buscar el Reino de Dios. El propósito de Dios es  que estemos tan llenos de su voluntad, que nos olvidemos de nuestros propios intereses.

ORAR ES TRABAJAR PARA DIOS

La oración no es para pedir a Dios, que nos de lo que deseamos o necesitamos. La oración es  trabajar en conjunto con Dios, para que su voluntad se cumpla.
La oración es preparar el camino para Dios, es la vía para la obra de Dios. La locomotora es una máquina muy poderosa que puede recorrer kilómetros en un día, pero necesita la vía, sino hay vía no avanza un metro.
La voluntad de Dios sin la oración, es una locomotora sin vía.  Son muchas las cosas que Dios quiere hacer, pero si no hay vía no las puede hacer.
Cuando no oramos, atamos a Dios, le quitamos el apoyo. Por el contrario, si oramos, desatamos a Dios y su poder.  La oración no es para subyugar la voluntad de Dios, sino para subyugar la voluntad de Satanás. Cualquier oración que no esté de acuerdo a la voluntad de Dios, carece de toda fuerza y no será contestada.
Lo he dicho muchas veces, la verdad absoluta de Dios es como un rompecabezas, debemos unir todas las piezas para ver el panorama completo, por eso el Salmo 119:160 dice que la suma de la palabra de Dios es la verdad.
La verdad nunca es un versículo aislado, la verdad nunca es una pieza del rompecabezas. La verdad absoluta no está en Juan 14:14, ese versículo es tan solo una pieza del rompecabezas

1 Juan 5:14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.

Este versículo es una pieza más y así se va armando la figura. Aquí se dice que el que ora, debe hacerlo  conforme a la voluntad de Dios, para que Dios nos oiga, lo que quiere decir que si no oramos conforme a su voluntad,  Dios no escuchará esas peticiones.
No es que no las escuchará, simplemente las pasará por alto, las ignorará y no las contestará. Solamente, si oramos conforme a su voluntad, Dios nos oye.
Cuando la oración se origina totalmente en nuestra necesidad, no es contestada.  La oración debe originarse en la voluntad de Dios.   La verdadera oración, es iniciada por Dios. No necesitamos muchas palabras, sino conocer la voluntad de Dios.
La oración consta de tres partes: 1) el propósito de la oración 2) a quién le pedimos y 3) contra quién oramos.
En primer lugar, el propósito debe ser siempre glorificar al Padre pidiendo que se haga su voluntad. Debemos tener claro por qué vamos a orar y si esa oración va de acuerdo a la voluntad de Dios y si eso  lo va a glorificar.

Mateo 16:21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. 16:22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. 16:23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. 16:24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

Jesús dijo que debía ir a Jerusalén, para padecer y morir en la cruz. El apóstol Pedro, lleno de sus mejores intenciones, lo llamó aparte, para reconvenirle que no hiciera tal cosa. Jesús le llamó “Satanás”, porque esa era la voluntad de Satanás, que Jesús no fuera a la cruz.
No debemos nunca dejar que nuestros sentimientos, afectos o deseos se interpongan entre la voluntad de Dios y Satanás, nunca debemos darle chance a la carne.
En segundo lugar, la oración siempre debe de ser dirigida al Padre, no a ningún santo ni a ninguna virgen, sino al Padre. Jesús dijo: “oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos”. Lo tercero, es que debemos pedir  es que  Dios reprenda a Satanás.

Daniel 10:12 Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. 10:13 Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.

Daniel le había orado a Dios  y pasaron muchos días sin que la respuesta llegara, pero no porque Dios no contestara inmediatamente, sino por la intervención del maligno.  La contestación a la oración fue intervenida por Satanás, que utilizó a uno de sus príncipes, para que la respuesta no llegara. Por eso Dios envió al arcángel Miguel, a pelear con este súbdito del diablo, para que la respuesta llegara correctamente.
Esto nos enseña, que  toda oración conforme a la voluntad de Dios, revolverá el infierno y afectará a Satanás. Todas las oraciones que hacen la voluntad de Dios, tocan los poderes del infierno. Satanás se nos vendrá encima, nos atacará con enfermedades, en nuestra familia, en nuestra economía, en cualquier cosa que considere.
El enemigo atacará con la intención que dejemos de orar y lanzará al aire cualquier obstáculo, para retrasar la respuesta.  Debido a esto, la respuesta a nuestra oración queda suspendida en alguna parte.
Cada vez que oramos a Dios, lo hacemos en contra del diablo y éste va a tratar de impedir, que la respuesta llegue. No es maldiciendo a Satanás que lo vencemos, sino pidiendo a Dios que lo reprenda, que lo espante, que lo quite de encima.
Dios siempre escuchará esta oración, porque es su voluntad reprenderlo. Si el Señor lo reprende, la contestación de Dios vendrá a toda prisa, porque Satanás no puede resistir a la reprensión divina. Esa tercera parte, es la que casi todos olvidan, dejándole la oportunidad al diablo de actuar.

Santiago 4:3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

Esta es otra pieza del rompecabezas. Aquí dice que la oración no es para complacer tus deseos, porque la oración es para complacer los deseos de Dios. Si pides para complacerte a ti, pides mal y no vas a recibir nada.

Juan 14:13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14:14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

Y terminamos por donde empezamos. Toda oración debe ser dirigida al Padre en el nombre de Jesús y voy a repetirlo, debe tener un propósito único: glorificar al Padre en el hijo.
Se le pide al Padre, no se le  pide a Jesús, se le pide al Padre en el “nombre de Jesús” ¿Por qué en el nombre de Jesús? Porque nosotros no somos nadie para acudir al Padre en nuestro nombre. Jesús nos prestó su nombre, para que el Padre escuche nuestras oraciones.

Como vemos, Dios siempre contestará nuestras oraciones, pero, siempre y cuando las mismas cumplan con los requisitos divinos.  No es que Dios no te escucha, no es que Dios no te quiere, es que no estás orando correctamente. No pierdas tu fe, pero entiende que la oración no es para complacerte a ti, sino para complacer los deseos de Dios. Amén.

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